CITA A LAS NUEVE CON EL DIABLO
Cita a las nueve con el Diablo
PERSONAJES
Caín (de traje negro, moderno, elegante y sencillo <>, un portafolios y arrastra un fetiche encadenado a su pie izquierdo, es un muñeco percudido y gris a la mitad de su tamaño. Su apariencia denota serenidad y un carácter duro y arrogante.)
El Diablo (de traje blanco, despistado, despeinado y Su apariencia es pusilánime como de un torpe ejecutivo. Trae un maletín beige y un bigote al estilo Salvador Dalí, mal dibujado.) Cuando habla lo hace como banquero o contador, incluso como político; pero a pesar de su sonrisa mordaz, se ve como una persona cándida y conciliadora Pero su sonrisa cínica no se esfuma del todo de su rostro cada vez que Caín le refiere algo que tambalea lo que representa.
La Muerte (vestida de camarera, una mujer común pero muy atractiva y coqueta, mas su mirada está ausente. Nunca hablará. Lo dirá todo con el silencio de sus ademanes, como los mimos.)
La acción: En un café underground en el fin de los tiempos antes de la última trompeta celestial. Todo está silencioso. En el techo del café, que es oscuro, hay un enorme hueco lleno de luz que se enciende y se apaga de menor intensidad a más, cada minuto, hasta que cesa y deja un vacío. La mesa tiene tres asientos. Caín espera sentado fumándose un cigarrillo, al parecer impaciente, en la silla de la izquierda, (si observamos desde donde se encuentra el público). La mesa de en medio, está dándole la espalda al público. Nadie se sentará ahí. El Diablo llegará apresurado y se sentará enfrente de Caín, con torpeza y sudando. La Muerte estará en el fondo y se acercará de vez en cuando, coqueteándole a Caín sin decir ni una palabra para atender la mesa. El asunto a tratar es negociar que sucederá con Caín al final de todo.
Según el director y de acuerdo a las exigencias teatrales y escénicas, tiene plena libertad de hacer que los personajes que están sentados (Caín y el Diablo) se levanten a menudo de sus asientos. Eso es a discreción y se recomienda sea mesurado.
Hora: El anochecer
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CAÍN. Llegas tarde…
DIABLO. (Apresurado y sonriente, saluda de pie como si no hubiera escuchado y luego se sienta) ¿Y qué ha sido de tu hermano?
CAÍN. (Mirando hacia el cenicero después de dar el golpe a su cigarrillo mientras habla, apunta al fetiche que trae encadenado) Buena broma... Aún arrastro la densidad de su sombra. Pero... En realidad no creo que esto te incumba mucho...
DIABLO. Te equivocas. Me importa y demasiado. Recuerda que la muerte de tu hermanito es la razón por la que estamos aquí reunidos.
CAÍN. (Cruza los pies) Ajá. Tanto que no te importó llegar siete minutos tarde. Bien dicen los dichos que no hay que confiar en ti si se trata de negocios serios.
DIABLO. (Ríe incómodo y saca un pañuelo para limpiarse el sudor y realiza una soltura de ademanes con sus manos) Y vaya que ese ha sido el número de mi mala suerte... ¡Bah! Pero a todos nos tiene que pasar alguna vez... Además, ya te habrás dado cuenta de cómo está desajustado todo el orden con eso de El Fin de los Tiempos y que las trompetas y los monstruos con siete cabezas y que la Gran Prostituta y todas esas cosas... En fin. Pero en verdad ustedes no hayan como gastársela, nomás inventando historias, pero al fin, al fin se ha cumplido, está sucediendo según San Juan... Lo único que me preocupa es que perderé mi empleo. No tengo ganas de retirarme y lo peor es que me hipotecarán el Infierno... ¿A qué podría dedicarme, dime tú que has hecho de todo un poco, Caín?
CAÍN. (Sonríe con sorna y apaga el cigarrillo) Pues este mundo está en la quiebra, ya lo dijiste... (Piensa) Podrías crearte uno a tu imagen y semejanza...
DIABLO. (Inocente con una mano en la mejilla como si fuera su máxima ilusión) Y vaya que lo he pensado tantas veces... Y pensé una Eternidad renunciar a la compañía y fundar la mía, pero sabes que le debo lealtad al jefe y me puso a pensar mucho cuando me dijo que yo era un elemento imprescindible: “Imprescindibilísimo”, dijo. Y que mi renuncia nos llevaría a todos a la ruina.
CAÍN. ¿Y no es justo lo que está pasando a pesar de todo?
DIABLO. Pues verás... Ya todos están como cansados: Los ángeles de ser ángeles, los diablos de ser diablos...
CAÍN. (Interrumpiendo con mordacidad) Pobres diablos.
DIABLO. (Disimuló no escucharlo) (...) Los querubines de andar desnudos y nunca crecer. (Luego se acerca un poco a Caín en exceso de confianza) Eran los más fastidiosos. A cada rato se quejaban del frío de la Eternidad y esas cosas... En fin, todos están cansados: la misma rutina, el mismo trabajo, la misma competencia... <>... Listas de nombres y listas y más listas de gente nefasta tanto buena como mala y que los condenados, y que los perdonados, que la tierra grita sangre por allá, y acullá y ándate con se cierra el Purgatorio por falta de recursos y malas inversiones. Pues lo primero que nos aconteció fue una auditoria. Ya le decía al jefe que no permitiera eso de las bulas, pero se nos salió de control. Fue la primera sucursal que quebró y es que, ¿cómo éxito va a tener si de plano la gente es buena o mala y punto y sobre todo, “desesperada”. ¿Andar sufriendo toda la vida para venir a pasarlas peores en la Eternidad? Y me refiero al Infierno… Ya le decía al Jefe, pero bueno, esos ya son asuntos mayores. (Abriendo el maletín y sacando unos papeles) El problema ahora es en dónde te vamos a acomodar. Como te decía, tú me metiste en un dilema existencial con tu acción...
CAÍN. (Irónico) ¿Yo, metiendo en problemas al maligno? (Golpea la mesa riéndose cínicamente)
¿Y qué culpa tengo yo que te hayas perdido el ajuste de cuentas entre yo y mi hermano... Se te fue el tiempo celebrando en alcohol la caída de mis estúpidos padres que...
DIABLO. (Avergonzado y mirando hacia el piso con dirección al público e interrumpiendo) Estaba de vacaciones, que es diferente.
CAÍN. Pues por una u otra razón por la que haya sido... Si hubieras estado presente, yo habría actuado igual, sin remordimiento y no por hacerte caso ni por cumplir una agenda divina mucho menos. ¿Quién va a creer en ti, además? Tú no riges este mundo, nomás te arrastras sobre él, culebra. En cambio Yo sembré el germen de lo que ves destruyéndose ahora.
DIABLO. Ese es el problema. Actuaste deliberadamente y sin miramientos. ¿Quién te crees tú?
CAÍN. Soy lo que soy y punto. Mira, hasta fui condonado, para que veas. Ese castigo, o perdón o como lo llames, dio libre pie a mis empresas. Tienen que ser realistas, yo y lo que he fundado, hemos sido su mayor competencia. Yo cien por ciento carne y cien por ciento humano (haciendo mímica)
DIABLO. ¿Humano tú? Mataste a tu hermano...
CAÍN. ¿El diablo me viene ahora con moralejas?
DIABLO. No, no es eso. No. (Al estilo de la voz de Política Ficción de Carlos Salinas de Gortari) Pero simplemente hay un protocolo que seguir, entiendes.
CAÍN. ¿¡Al menos no mis actos!?. Estoy muy consciente de lo que hice. Y no me arrepiento, aunque siempre su sombra me persiga a donde vaya en mis sueños. ¿Qué culpa tuve yo antes, dime, de violentar la tierra para ganarme y sustraer con el sudor de mi frente, los frutos de ella. En cambio, para “El Señor de arriba”, importó más lo que el amarianado de mi hermanito le ofreció. Tan fácil que es cuidar rebaños. Pero aquí entre nos, (se acerca al Diablo) te confieso que, más que por maldad, lo hice por “experimentar” la Muerte. A menudo mis padres hablaban de ella, o la callaban, o le temían; en cambio, yo no. Quise saberla, más no la comprendí completamente hasta que... (Carraspea y mira a la Muerte que se aproxima a la mesa) Bueno, nunca pensé que fuese tan terrible, tan muda. La sangre de mi hermano ahora lo recuerdo, emitió un chillido ahogado y seco en la tierra al derramarse y absorberse.
(Se acerca la camarera con una mirada atrayente hacia el vacío y cambia el cenicero y sirve, coqueta, café en sendas tazas. Se retira de nuevo hacia el fondo. La miran alejarse y continúan.)
DIABLO. (Suspira sin dejar de mirar a la camarera y aspira el vapor que sale de la taza de café) ¡Ummm! ¡Este café, es lo que más extraño en el infierno!… (vuelve a mirar a la camarera y continúa) Nadie mejor que ella. Por eso fue contratada. Tenía su propia sucursal. Hacía su trabajo tal como debía de hacerse, con efectividad y en silencio. Cancelar contratos de vida no es tarea fácil, tú lo sabes. Hay que ser muy frío, o aparentarlo al menos para realizarlo. Pero conforme a la Agenda, su agencia cerró puertas y se dedicó a esta labor más tranquila, mientras espera El Fin de los Tiempos.
CAÍN. Ya veo por qué la gente no se ha muerto.
DIABLO. Es que todos los que quedan, que aún son bastantes y perversos, tienen que sufrir la espera.
CAÍN. ¿Sufrir? Si el Mundo es una orgía.
DIABLO. (Nervioso y tartamudeando) Pues se nos salió de las manos... Pero en fin... (Buscando en su maletín)
CAÍN. Bien dijo Dalí (cuya imagen está a la vista en el escenario sin que los personajes sean conscientes de esa daguerrotípica presencia): “No busques la perfección, nunca lograrás alcanzarla.”
DIABLO. (Sorprendido) Ah! ¿El que se parecía a mí? (Tocándose la parte superior de los labios aunque no tenga bigotes.)
CAÍN. (Irónico, después de sorber a su taza de café) Tú tienes su imagen y semejanza Sí, claro... Sobre todo por el bigote.
DIABLO. (Presumiendo como niño) Yo le di el tip, por si no lo sabías.
CAÍN. (Irónico y un poco pedante) ¡Seguro! Pero como te decía: Yo siempre he creído que la perfección se halla en el error.
DIABLO. (Inocentón) Pues yo no entiendo mucho de esas cosas, pero suena muy relativo diría Einstein, o muy darwiniano según lo ven los anglos.
CAÍN. En efecto. Y “creo creer” más en esa estúpida teoría que en el mito que se inventaron mis padres. Todos fuimos engendrados.
DIABLO. ¡Tus padres fueron creados!
CAÍN. ¿Apostamos? (Chasquea sus dedos y luego con uno de ellos le apunta al Diablo)
DIABLO. Yo fui testigo de todo.
CAÍN. (Irónico) ¿Y su padrino también?...
DIABLO. (Molestamente sereno) Ni tú mismo te aguantas. Eres muy pesado y arrogante.
CAÍN. Yo no pedí serlo. Pero aquí estoy…Tan sólo soy un producto del error.
DIABLO. Y un horror tal vez... Pero ah cómo nos hemos divertido a costa de ustedes a través de las pantallas allá arriba y abajo.
CAÍN. ¿Qué, se la pasan viendo documentales sobre nuestras vidas?
DIABLO. Algo así. Primero analizamos sus decisiones para ver cuanto pesan en sus actos y así poder elaborar un juicio y su respectivo “Destino Final”. (Entrecomillando con sus dedos)
CAÍN. ¿Tanto nos hemos degradado que ahora allá nos ven como las cifras de un vil reality show?
DIABLO. No, no, no. Eso no. Sino que se trata de recrear su destino y descifrarlo.
CAÍN. Nuestro destino es uno y nada más. (Voltea a ver a la Muerte, con indiferencia)
(Silencio)
DIABLO. ¿Hermosa? ¿No es así?
CAÍN. (Irónico) Si no me muriera, me la tiraría cien mil veces.
DIABLO. (Ríe) Pues cuando todo esto acabe, yo te puedo conseguir una cita con ella. Tiene un carácter muy dulce.
CAÍN. Lo será para la Eternidad. Con los míos se ha mostrado amarga y lacrimosa.
DIABLO. Es cuestión de comprenderla, nada más.
CAÍN. Si no pueden ustedes, menos nosotros. Imposible. (Ríe y enciende un cigarrillo. Se pone a pensar. Silencio) Pero déjame pensarlo… Es que es muy sería, no habla, no dice nada...
DIABLO. Esa es su esencia, su voz es el silencio.
CAÍN. (Moviendo la nariz) Y creo que huele mal... (La mira de nuevo)
DIABLO. No lo percibo. (Voltea a verla)
MUERTE: (La muerte los mira, sonríe y se vuelve para mirarse coqueta en el espejo del fondo.)
CAÍN. ¿Tanto azufre ha atrofiado tus sentidos?
DIABLO. No siempre he estado allá abajo, por si no lo sabías...
CAÍN. (Burlesco) Ya me sé esa historia y en verdad no puedo creérmela. ¿Tú, un Alto Ejecutivo Rebelde?
DIABLO. Me mandaron al cuarto de máquinas. Que porque allí funcionaba mejor…
CAÍN. (Irónico) Se nota... Tanto que por eso se va a acabar el Mundo...
DIABLO. Es parte de La Agenda. Todo ya estaba previsto desde el Principio. A la hora indicada, apagué todas las fuentes de energía y de poder y sólo hace falta que suene el trompetazo. Pero volviendo al asunto que nos incumbe: ¿A dónde irás a parar tú? ¿Qué quieres tú?
CAÍN. A dónde vaya, eso no importa. Soy un ave libre...
DIABLO. (Con sorna y risilla cínica) De rapiña...
CAÍN (Fastidiado) ¡Imbécil! Y si he de desaparecer, me alegro. He errado una eternidad.
DIABLO. Supe que tus padres deseaban verte...
CAÍN. A mí no me importa. Tan sólo estoy aquí para saber si tendré una absolución total. Ya estoy cansado de arrastrar la sombra de mi hermano.
DIABLO. ¿Te pesa tanto tu hermano?
CAÍN. (Pensativo y resuelve fríamente) No. Pero a menudo he pensado en qué hubiera pasado si no lo hubiera matado.
DIABLO. (Tenía que pasar así. Está en La Agenda, sólo que te me adelan...
CAÍN. (Interrumpiendo enojado sin exaltarse pero ceñudo) ¡No me vengas con el mismo cuento! Este peso en la conciencia es lo que me ata aún a este mundo del olvido.
DIABLO. ¿Tan sólo quieres olvidar?
CAÍN. Sin despertar y no haber sido nunca. (Fuma profundamente)
DIABLO. ¿Le temes a la Eternidad?
CAÍN. Es la peor condena... ¿Qué, tú le temes al olvido?
DIABLO. (Carraspea evasivo) Mejor hablemos de otras cosas.
CAÍN. (Arremetiendo) Su problema radica en que no afrontan sus crisis, por eso están en quiebra. (Ríendo) Dime, ¿qué cero les falló?
DIABLO. ¡Más bien fue por un “UNO”!
CAÍN. ¿Un uno cruzado? (irónico)
DIABLO. (Molesto) ¡Déjate de bromas que no entiendes!
CAÍN. (Ríe) Y ahora todo se ha desmoronado. (Con su brazo simula una torre inclinada que cae y se fragmenta)
DIABLO. (Mirando a la mesa y nervioso) Bueno, así funcionan los negocios. Se abren y se cierran puertas... Hasta tiempos mejores...
CAÍN. Es irónico que un Emporio que hablaba de perfección y eternidad ahora se esté viniendo abajo.
DIABLO. (Justificando como si no tuviera otra cosa que decir) Bueno, eso es lo que pasa cuando te pones a jugar con los dados.
CAÍN. ¿Por fin Aquél se dio cuenta que el azar está sobre todo? (Apuntando a la luz que pulsa)
DIABLO. Tu problema es que crees que sabes demasiado. ¡Ya basta! (Golpea pusilánime la mesa casi con voz amarianada. La muchacha no se inmuta)
CAÍN. (Sereno) Y lo sé.
DIABLO. ¡Eres peor que yo!
CAÍN. Y lo soy.
DIABLO. (Desesperado, tembloroso, sudando y en tono conciliador) ¿Me das un cigarrillo?
CAÍN. Toma. Ahí está el fuego. ¿O lo encenderás con el viejo truco del dedo de fuego?
DIABLO. (Molesto) ¡Idiota! (Fuma, un poco desatinado, hecha el humo sin dirección) ¿Qué horas son?
CAÍN. Tú deberías de saberlo. Pero hace minutos que dejó de correr el tiempo (lo dice entre comillas con los dedos).
DIABLO. Ah tienes razón, (buscando en sus papeles) por eso la cita se acordó a las nueve, porque todos perderíamos la noción del tiempo.
CAÍN. (Irónico) ¿La creación es un limbo ahora?
DIABLO. ¿La Creación que tú niegas? En eso se convierte.
CAÍN. Pues ahí nos quedaremos. ¡Mas... Yo sólo quiero olvidar!
DIABLO. ¿Crees que el olvido anule la Eternidad? Te equivocas mi amigo. Lo que pasa es que todo lo mides desde tu pequeña conciencia. ¿Nunca has salido de ti? ¿Nunca te has puesto en los zapatos de otro? (Irónico y gesticulando) ¡Ah! Ya recuerdo. Eres un asesino, tú no comprendes razones, tú anulas…
CAÍN. Sí, y por eso tengo que ocultarme, pero ¿de quién? ¡La Muerte aquí está enfrente! ¿Quién alzará su brazo contra mí? ¿De qué o de quién estoy huyendo?
DIABLO. En mi opinión ya no tienes que esconderte más por sembrar ese hueco.
CAÍN. Es lo que espero... “a no tener que”... quizás... Más mi maldad fue tan grande que perdón no puedo esperar... Y sin embargo, tengo esperanzas...
DIABLO. Eso ya lo dijiste hace mucho, mucho tiempo. Leí tu expediente. (En tono nostálgico) Vaya, cuando el Gran Señor lo podía todo…
CAÍN. Porque éramos pocos.
DIABLO. Sabes, eres una gran contradicción. Y ahora que analizo, tú ocasionaste esta crisis.
CAÍN. Culpa de todo otra vez y de los errores del Absoluto.
DIABLO. Pues tú eres la gran paradoja, la contradicción del Absoluto... En ti dudó la Justicia...
CAÍN. ¡Hipócrita Justicia!
DIABLO. ¿Qué pretendías? No me digas, ¿quisiste ponerla a prueba? (Sarcástico)
CAÍN. (Viendo hacia el fondo, hacia donde está la Muerte) En realidad quería verlo venir a castigarme personalmente. ¿Tú crees que soy tan estúpido como me señalan en el documento oficial como para no saberme que era observado? ¡Por favor!
DIABLO. Sin embargo es el documento que te absuelve.
CAÍN. ¡Y me condena! El Jefe está en todos lados que ni siquiera se deja pensar. Por eso maté a mi hermano, retando la mirada del de Arriba y pensando en cómo sería Su forma cuando viniera a castigarme. Quería enfrentarlas.
DIABLO. Recuerda que pensar en Él es desobedecerlo... (Cómo agente lambiscón)
CAÍN. ¿Desde cuándo eres tan obediente tú? ¿Qué no eras el Rebelde, el Igualado?...
DIABLO. Preferiría no hablar de eso...
CAÍN. ¿Le temes realmente a quién ni siquiera sabe como mostrarse?
DIABLO. Estás siendo muy insolente. Deberías de mostrar temor también...
CAÍN. ¿Qué más puedo esperar, a qué más puedo temerle después de todo esto? Vivo estaré si “no” la Eternidad me castiga. Mas olvidaré, aunque sea, un poco en los sueños. Aquél me niega el olvido porque sabe que pesa tanto.
DIABLO. ¿Crees que serás el último ser humano sobre la Tierra?
CAÍN. ¿Un inmortal? No puedo esperar peor condena que enfrentarme a mi soledad.
DIABLO. Si te arrepintieras, su luz podría cegar tu memoria para siempre...
CAÍN. Para mí Él es tan sólo una lejana estrella que se apaga tiritando en la nada fría.
(La luz del techo se contrae y hay un silencio de cinco segundos)
CAÍN. (Resuelve) Profunda distancia hay.
DIABLO. ¿Tú qué entiendes del Abismo?
CAÍN. Me estás presumiendo que lo conoces a la perfección porque te caíste ebrio a ese pozo por diez días (Se carcajea.) Nada. Yo sólo los causo.
DIABLO. ¡No estaba ebrio...! ¡Y precisamente: Nada! ¡Déjate de medir ausencias!
CAÍN. ¿De medir la Eternidad? Mírame, estoy atado a ella, (Señala el fetiche) he ahí “mi marca.”
DIABLO (Lo mira a la frente acercándose hacia él) Mas no puedes matar la Eternidad, ¿sabías?
CAÍN. Más sí olvidarme de que existe. La Eternidad está cifrada en la Muerte que la parió.
MUERTE: (Voltea hacia la mesa. Va y se acerca cambia de cenicero sin despegarle la mirada a Caín)
(Silencio)
DIABLO. ¿Todo lo puedes tú? ¿Quién te contiene?
CAÍN. Yo precipito ídolos al vacío y una oquedad es la que me contiene. La Eternidad me sabe a insomnio… Morir es lo que no puedo…
DIABLO. Tan sólo labras la Nada, la tierra que pisas es maldita en tu presencia...
CAÍN. Y por eso me convertí en depredador a partir de mi fracaso. El labrador, ya lo ha demostrado la historia, nunca ha sido bien visto ante los ojos del poderoso, ni siquiera ante los ojos de Dios. ¡Mírame ahora encadenado a mi furia! (Señalando con el dedo y luego abriendo la palma de su mano que empuña violentamente luego de acercarla a su propio rostro)
DIABLO. ¿Más prefirió al cuidador de rebaños?
CAÍN. Por ser el más manso entre los mansos. Tonto lambiscón. Por eso lo encajé en los colmillos de la tierra.
DIABLO. Cuando me enteré de tu acto estuve a punto de renunciar. Gracias a ti pude haber perdido mi razón de ser.
CAÍN. ¿Vas con lo mismo, otra vez a lloriquear? ¡Tú razón de ser es arrastrarte! ¡Ya deja de quejarte! ¿Tú nos regalaste la Muerte, no? Pues fue justo lo que hice, te la devolví.
DIABLO. La encarnaste en tu hermano, que es diferente.
MUERTE. (La MUERTE voltea hacia la mesa y se oculta. Luego sale a escena otra vez, seria y despreocupada, con un paso silente y mortesino lleno de coqueta agilidad.)
DIABLO. (Reafirmándose) Pero todo estaba planeado. ¿Qué pudo salir mal?
CAÍN. Su confianza en la Eternidad... ¿Nunca se han puesto a pensar que tan sólo es una máscara? El Gran Jefe es un hipócrita, disimula siempre algo. ¿Cree que en su silencio se revela? Por eso yo a mis hijos los enseñé a crearse ídolos. Y helos aquí, en mi fundación.
DIABLO. ¡Y vaya que cuántos dioses de muerte hanse construido! Ustedes son unos enajenados.
CAÍN. Lo suficiente como para precipitarlos al vacío cuando ya no funcionen.
DIABLO. Ustedes los hombres necesitan creer en mentiras para vivir tranquilos.
CAÍN. Y las creamos, también. Y al menos yo creo que ya ha nacido quien habrá de tomar mi vida.
DIABLO. ¿Y repetir el ciclo?
CAÍN. Más vale ser ejecutado que darse uno mismo la Muerte.
DIABLO. ¿Ya lo intentaste?
CAÍN. Pude intentarlo pero no me llevaría a nada.
DIABLO. No serías nada. ¿No es lo que deseas?
CAÍN. No así. “Tan sólo soy el último testigo de mi cuerpo.”
DIABLO. Crees muy bien en tus mentiras.
CAÍN. Y las sé llevar a cabo. Así como tú crees que la vida es la Eternidad y el Infinito.
DIABLO. ¿Tú qué sabes de Infinito?
CAÍN. Que la vida es simplemente un vil engaño de la Muerte.
MUERTE. (Sonríe mientras lava unos vasos, sin mirarlos)
DIABLO. No me vengas con esa trilladez de que la vida es sueño.
CAÍN. Es una ilusión. Es esta conciencia, ¡Este dolor de ser contenido entre estas vísceras!
DIABLO. (Sudando) ¡Vaya que necesitas un descanso!
CAÍN. ¿Por fin lo comprendes? (Sarcástico)
(Silencio La conversación se detiene. Caín enciende un cigarrillo.)
DIABLO. Se acaba el tiempo… ¿Más café?
CAÍN. (Duda) ¿Qué, una taza más y nos vamos? Después de todo puedo esperar hasta el final.
(Caín alza el brazo y la camarera se acerca sonriente, dulce y serena. Sirve más café en cada una de las tazas y se aleja hacia el fondo.)
DIABLO. ¿Puedo tomar un cigarrillo?
CAÍN. No me pidas permiso. Eres el Diablo, róbate uno… En fin, en esta mesa somos iguales.
DIABLO. ¿Qué horas serán?
CAÍN. No me preguntes a mí que estoy ebrio de eternidad.
DIABLO. Ningún hombre la resistiría. Se volvería loco.
CAÍN. En efecto, no cualquiera podría sobrellevarla.
DIABLO. ¿A qué horas suena la última trompeta? (Revisando papeles del maletín)
CAÍN. No tengo idea. (Suerbe café y luego lleva el cigarro a su boca y fuma mirando hacia el techo)
DIABLO. (Mirando a la Muerte) Entonces qué, ¿quieres una cita amorosa con ella?
CAÍN. Si me jura llevarme al olvido para siempre, sí. No quiero morir y resucitar continuamente, simplemente vivir una muerte en seco y morir, sin engaños cual cerro desplomado o como cualquier hombre y no despertar para siempre en un sueño eterno de nada existencial.
DIABLO. Lo podríamos arreglar. ¡Pero vaya que es fantástico gozar de la Muerte! Yo no puedo, pero tú, sí.
CAÍN. No me vengas con metáforas. Yo la gocé desde la muerte de mi hermano, pero quién la probó fue él. A mí me fue vedada. No ha nacido quién me mate.
DIABLO. Sabes que el único que podría hacerlo es tu hermano.
CAÍN. Pero ya no existe más que en la fantoche conciencia que arrastro. (Apuntando al fetiche)
DIABLO. Todo iba saliendo tan bien. (Revisando hojas) Te odié milenios y milenios. ¿Cuál fue el error?
CAÍN. Te conformaste en creer tan sólo que mi madre había parido la Muerte en mí. Sí. Ella, la Muerte es mi hermana, mi otro opuesto. Nací pendiendo de ella y la engendré en Abel.
DIABLO. No me recuerdes que me punza…
CAÍN. Y tú te quedaste atorado, mudo en medio del escándalo.
DIABLO. Según la Agenda nadie hubiera podido imaginarlo…
CAÍN. Eso les mostró que de nosotros se podía esperar cualquier cosa.
DIABLO. Y no lo niego. Como cuando aquel filósofo sifilítico atentó contra el Gran Jefe… (Refiriéndose a Nietzche que está en otro cuadro al cual el personaje es incosciente)
CAÍN. ¿Y por miedo, Aquél se mudó abdicando a la Nada?
DIABLO. No. Simplemente nos cambiamos de locación.
CAÍN. Toda resguardado e inaccesible.
DIABLO. Tomamos precauciones. No podíamos otorgarles el control del Universo a ustedes.
CAÍN. Tienes razón, no podríamos abarcarlo todo.
DIABLO. (Mira al techo) Ya es tarde.
CAÍN. Y que no llega.
DIABLO. Siempre tan atenido el Jefe. Y yo ya tengo que irme, aún tengo unos pendientes que saldar.
CAÍN. ¿Tan pronto?
DIABLO. Hay que estar en vigilia para el trompetazo.
CAÍN. ¿En vigilia tú? (Irónico) ¡Oye! ¿Y qué será de mi caso, de mi operación que se hará? ¿Qué sucederá conmigo?
DIABLO (Guardando los documentos en su maletín) Podrías esperar una Eternidad más.
CAÍN. ¡No! No podría soportarlo!
DIABLO. ¿Oye, podrías pagar mis dos tazas de café...? Qué vergüenza pero es que, aún sigo esperando mi liquidación. (Rascándose el cuello o la cabeza)
CAÍN. Me debes una. (sacando unos billetes y advirtiéndole)
DIABLO. Y te lo pagaré con creces. (Giñándole el ojo a Caín)
CAÍN. Mas por favor ni con vales ni con bonos de Eternidad. Estoy cansado de esa mierda.
DIABLO. (Ríe) No podría estar en tus zapatos.
CAÍN. Dime antes... ¿Sabes quién será quien me liquide?
DIABLO. Nuestro sistema de logística fue el primero en quebrar desde que todo se volvió relativo.
CAÍN. (Pide la cuenta, se acerca la muchacha, lleva la cuenta y se retira) Vaya este mundo que va...
DIABLO. Y se va...
(Silencio)
CAÍN. Y no vino. (Mirando al techo)
DIABLO. Definitivamente. (Mirando al techo)
CAÍN. Debe estar hecho un loco peor que un Minotauro que olvidó que está en el centro de su propio laberinto.
DIABLO. Sentado en un banquillo, por supuesto... (Irónico)
CAÍN. Esperando...
DIABLO. El Gran Jefe nunca espera... Él todo lo sabe, ya todo está hecho.
CAÍN. Esperando estoy una absolución. (Corrige Caín)
DIABLO. No la tendrás. (y con sorna añade:) Y Judas ya la obtuvo... ¿No te da coraje? ya que tú tienes antigüedad con tu caso... Y eso que él cometió un pecado de considerable magnitud y muchísimo tiempo después de ti.
CAÍN. Debe haber alguna manera... (Pone el dinero en la charolita mientras cavila)
DIABLO. La única es que tu hermano venganza tomare en ti. (Sarcástico)
CAÍN. (Pensativo)
(Silencio)
CAÍN. (Abstraído. Guarda silencio un instante para gritar sorpresivamente) ¡Sí! ¡Todo ha sido tan fácil! He resuelto el Enigma.
DIABLO. ¿Cuál enigma?
CAÍN. ¡De mi muerte!... Por fin voy a experimentarla en mí mismo.
DIABLO. ¿Qué, aceptarás la cita con ella?
CAÍN. No. Simplemente tomaré el lugar de mi hermano.
DIABLO. (Decepcionado) ¿Crees que con llenar un simple hueco mereces una absolución?
CAÍN. Todo hombre merece una absolución.
DIABLO. No tú. Ya has sido juzgado y castigado. Y tu progenie al fin perecerá.
CAÍN. ¿Y que me lleve el diablo a mí?
DIABLO. Mas respeto… Simplemente ya no necesitas estar bajo mi jurisdicción. Tan sólo he sido tu asesor, recuerda… Tendrás que esperar a que todo acabe.
CAÍN. ¿Pues qué esto nunca terminará?
La muerte se acerca y recoge la cuenta. Caín se incorpora. El Diablo, despeinado y torpe, recoge su maletín beige.
DIABLO. Tienes que ser paciente.
CAÍN. ¿Tanto cuesta olvidar?
DIABLO. (Sonríe mansamente) Cuesta una Eternidad.
CAÍN. Eso es algo que nunca comprenderé en mi errancia.
DIABLO. Definitivamente. Bueno, lo siento. Otro día será.
CAÍN. ¿En algún otro Fin de los Días? (Sarcástico)
DIABLO. (carraspea y corrige) ... de los Tiempos... Sí.
De pronto, la luz que palpita cesa y suena un cañonazo estruendoso. El Diablo y Caín alzan la cabeza y tratan de adivinar el origen del sonido que aún se prolonga sin terminar. El ruido se suspende en un solo nivel, pero no cesa. La única que no se inmutó fue la muchacha. A partir de ahí hablan como gritando, simulando que no se oye.
CAÍN. ¿Qué está pasando?
DIABLO. ¡El ruido es inmenso y prolongado, aún no suena el eco!
CAÍN. ¿Esa era la señal?
DIABLO. ¡No estaba previsto. El Libreto especificaba que sería un trompetazo!
CAÍN. ¡Pero eso fue un cañonazo!
El ruido deja de sonar y se aleja. Suena un teléfono celular
DIABLO. (Contesta el teléfono) ¿Qué?... ¿Se suicidó?... ¿Y la Eternidad?... Bueno… ¿A qué horas? ¿Inmediatamente? ¡Voy! (Cuelga la llamada y se guarda el teléfono)… ¡Se suicidó el jefe!
CAÍN. ¿Qué, se suicidó el Jefe?
DIABLO. Me acaban de avisar.
CAÍN. ¿Entonces, por fin soy libre?
DIABLO. (Carraspeando cínicamente) No. Es cambio de administración, tenemos que evaluar todo desde el principio de los hechos. Desde la creación de tus padres.
CAÍN. ¿Qué?
DIABLO. Yo estaré a cargo de todo esto de ahora en adelante. Después de la Muerte, yo soy el socio mayoritario y el decano entre los empleados, ¿recuerdas? De hecho pensaré en recontratarla como mi mano derecha. Esta vez todo tiene que salir bien.
CAÍN. ¡Es increíble! ¡He esperado tanto! (Molesto y decepcionado mas luego reflexiona…) Oye, me debes un favor, ¿recuerdas? Libérame.
DIABLO. No puedo hacerlo. Ya no soy el Diablo. Ahora soy el Jefe. No puedo conceder favores. Son las reglas del juego. Dios no hace pactos.
CAÍN. (Molesto y sorprendido) (…) ¡Por favor!... ¡Vaya! No puede confiarse uno de ustedes.
DIABLO. Definitivamente. Ahora, si me disculpas, tengo un emporio que digerir... perdón, (carraspea) dirigir. (Se pone una máscara que simboliza ausencia.)
CAÍN. ¿Tú? ¿Hipócrita también? ¿Ya vas a transformarte?
DIABLO. Todo cambia. Disculpa. Digo, no tengo porque disculparme... Perdón pero, tengo que irme a la oficina central a poner todo en orden y firmar para que recojan el abstracto cadáver.
CAÍN. (En pánico) Todo empieza de nuevo. ¡Todo empieza de nuevo! ¿Y yo? ¿Qué será de mí? ¡Qué fastidio!
DIABLO. Gracias por el café y los cigarrillos...
CAÍN. (Resignado y tratando de sobreponerse) Está bien, concédeme una pregunta.
DIABLO. ¿Una sola? (Mirando su reloj de mano) Bien. Pero apúrate que tengo prisa.
CAÍN. Dime... ¿Cuántos jefes antes se han suicidado cada vez que esto se ve que va a la ruina?
DIABLO. Demasiada información. Además enloquecerías si supieras la numerología. (Ríe burlesco) Mejor pregúntame otra cosa que yo pueda (carraspea) digo, que yo quiera responderte… (Serio)
CAÍN. Y sí. Vaya que sí… Bien, dime, ¿Ahora quién será el Diablo?
DIABLO. Pues no tú eh, (ríe con sorna y se mofa de Caín) mas quizás podrías votar por él… Pues me voy. Pronto te asignaré un Fiscal.
CAÍN. ¡No! Déjame solo y soportarme.
DIABLO. (Chasquea su dedo derecho) Borrón y cuenta nueva. Bueno... Como guste. (Cambia su voz y se desvanece debajo de un manto de sábanas negras) ¡Adiós y Buena suerte! (Lo santigua)
CAÍN. ¿Suerte? (…) ¡Qué cínico!(Enciende un cigarrillo, se agacha con dificultad y toma su maletín. Y arrastra con más peso la sombra encadenada)
MUERTE: (La MUERTE observa a Caín y sale tras de él con el mutis sonriente aunque silente.)
CAÍN. (Sale arrastrando apesadumbrado y enfurecido el peso de su marca. Tropieza una vez y cae, mas pronto y con dificultad se incorpora. Se va en silencio. Suenan con fuerza las cadenas que arrastra.)
Todo quédase en silencio
*****************(Pasa un instante sin nadie en el escenario y cae el telón)****************
Por:
Jorge Alejandro Partida Crespo
Universidad de Guadalajara
Licenciatura en Letras Hispánicas
Composición Dramática
PERSONAJES
Caín (de traje negro, moderno, elegante y sencillo <
El Diablo (de traje blanco, despistado, despeinado y Su apariencia es pusilánime como de un torpe ejecutivo. Trae un maletín beige y un bigote al estilo Salvador Dalí, mal dibujado.) Cuando habla lo hace como banquero o contador, incluso como político; pero a pesar de su sonrisa mordaz, se ve como una persona cándida y conciliadora Pero su sonrisa cínica no se esfuma del todo de su rostro cada vez que Caín le refiere algo que tambalea lo que representa.
La Muerte (vestida de camarera, una mujer común pero muy atractiva y coqueta, mas su mirada está ausente. Nunca hablará. Lo dirá todo con el silencio de sus ademanes, como los mimos.)
La acción: En un café underground en el fin de los tiempos antes de la última trompeta celestial. Todo está silencioso. En el techo del café, que es oscuro, hay un enorme hueco lleno de luz que se enciende y se apaga de menor intensidad a más, cada minuto, hasta que cesa y deja un vacío. La mesa tiene tres asientos. Caín espera sentado fumándose un cigarrillo, al parecer impaciente, en la silla de la izquierda, (si observamos desde donde se encuentra el público). La mesa de en medio, está dándole la espalda al público. Nadie se sentará ahí. El Diablo llegará apresurado y se sentará enfrente de Caín, con torpeza y sudando. La Muerte estará en el fondo y se acercará de vez en cuando, coqueteándole a Caín sin decir ni una palabra para atender la mesa. El asunto a tratar es negociar que sucederá con Caín al final de todo.
Según el director y de acuerdo a las exigencias teatrales y escénicas, tiene plena libertad de hacer que los personajes que están sentados (Caín y el Diablo) se levanten a menudo de sus asientos. Eso es a discreción y se recomienda sea mesurado.
Hora: El anochecer
***********************************************************
CAÍN. Llegas tarde…
DIABLO. (Apresurado y sonriente, saluda de pie como si no hubiera escuchado y luego se sienta) ¿Y qué ha sido de tu hermano?
CAÍN. (Mirando hacia el cenicero después de dar el golpe a su cigarrillo mientras habla, apunta al fetiche que trae encadenado) Buena broma... Aún arrastro la densidad de su sombra. Pero... En realidad no creo que esto te incumba mucho...
DIABLO. Te equivocas. Me importa y demasiado. Recuerda que la muerte de tu hermanito es la razón por la que estamos aquí reunidos.
CAÍN. (Cruza los pies) Ajá. Tanto que no te importó llegar siete minutos tarde. Bien dicen los dichos que no hay que confiar en ti si se trata de negocios serios.
DIABLO. (Ríe incómodo y saca un pañuelo para limpiarse el sudor y realiza una soltura de ademanes con sus manos) Y vaya que ese ha sido el número de mi mala suerte... ¡Bah! Pero a todos nos tiene que pasar alguna vez... Además, ya te habrás dado cuenta de cómo está desajustado todo el orden con eso de El Fin de los Tiempos y que las trompetas y los monstruos con siete cabezas y que la Gran Prostituta y todas esas cosas... En fin. Pero en verdad ustedes no hayan como gastársela, nomás inventando historias, pero al fin, al fin se ha cumplido, está sucediendo según San Juan... Lo único que me preocupa es que perderé mi empleo. No tengo ganas de retirarme y lo peor es que me hipotecarán el Infierno... ¿A qué podría dedicarme, dime tú que has hecho de todo un poco, Caín?
CAÍN. (Sonríe con sorna y apaga el cigarrillo) Pues este mundo está en la quiebra, ya lo dijiste... (Piensa) Podrías crearte uno a tu imagen y semejanza...
DIABLO. (Inocente con una mano en la mejilla como si fuera su máxima ilusión) Y vaya que lo he pensado tantas veces... Y pensé una Eternidad renunciar a la compañía y fundar la mía, pero sabes que le debo lealtad al jefe y me puso a pensar mucho cuando me dijo que yo era un elemento imprescindible: “Imprescindibilísimo”, dijo. Y que mi renuncia nos llevaría a todos a la ruina.
CAÍN. ¿Y no es justo lo que está pasando a pesar de todo?
DIABLO. Pues verás... Ya todos están como cansados: Los ángeles de ser ángeles, los diablos de ser diablos...
CAÍN. (Interrumpiendo con mordacidad) Pobres diablos.
DIABLO. (Disimuló no escucharlo) (...) Los querubines de andar desnudos y nunca crecer. (Luego se acerca un poco a Caín en exceso de confianza) Eran los más fastidiosos. A cada rato se quejaban del frío de la Eternidad y esas cosas... En fin, todos están cansados: la misma rutina, el mismo trabajo, la misma competencia... <
CAÍN. (Irónico) ¿Yo, metiendo en problemas al maligno? (Golpea la mesa riéndose cínicamente)
¿Y qué culpa tengo yo que te hayas perdido el ajuste de cuentas entre yo y mi hermano... Se te fue el tiempo celebrando en alcohol la caída de mis estúpidos padres que...
DIABLO. (Avergonzado y mirando hacia el piso con dirección al público e interrumpiendo) Estaba de vacaciones, que es diferente.
CAÍN. Pues por una u otra razón por la que haya sido... Si hubieras estado presente, yo habría actuado igual, sin remordimiento y no por hacerte caso ni por cumplir una agenda divina mucho menos. ¿Quién va a creer en ti, además? Tú no riges este mundo, nomás te arrastras sobre él, culebra. En cambio Yo sembré el germen de lo que ves destruyéndose ahora.
DIABLO. Ese es el problema. Actuaste deliberadamente y sin miramientos. ¿Quién te crees tú?
CAÍN. Soy lo que soy y punto. Mira, hasta fui condonado, para que veas. Ese castigo, o perdón o como lo llames, dio libre pie a mis empresas. Tienen que ser realistas, yo y lo que he fundado, hemos sido su mayor competencia. Yo cien por ciento carne y cien por ciento humano (haciendo mímica)
DIABLO. ¿Humano tú? Mataste a tu hermano...
CAÍN. ¿El diablo me viene ahora con moralejas?
DIABLO. No, no es eso. No. (Al estilo de la voz de Política Ficción de Carlos Salinas de Gortari) Pero simplemente hay un protocolo que seguir, entiendes.
CAÍN. ¿¡Al menos no mis actos!?. Estoy muy consciente de lo que hice. Y no me arrepiento, aunque siempre su sombra me persiga a donde vaya en mis sueños. ¿Qué culpa tuve yo antes, dime, de violentar la tierra para ganarme y sustraer con el sudor de mi frente, los frutos de ella. En cambio, para “El Señor de arriba”, importó más lo que el amarianado de mi hermanito le ofreció. Tan fácil que es cuidar rebaños. Pero aquí entre nos, (se acerca al Diablo) te confieso que, más que por maldad, lo hice por “experimentar” la Muerte. A menudo mis padres hablaban de ella, o la callaban, o le temían; en cambio, yo no. Quise saberla, más no la comprendí completamente hasta que... (Carraspea y mira a la Muerte que se aproxima a la mesa) Bueno, nunca pensé que fuese tan terrible, tan muda. La sangre de mi hermano ahora lo recuerdo, emitió un chillido ahogado y seco en la tierra al derramarse y absorberse.
(Se acerca la camarera con una mirada atrayente hacia el vacío y cambia el cenicero y sirve, coqueta, café en sendas tazas. Se retira de nuevo hacia el fondo. La miran alejarse y continúan.)
DIABLO. (Suspira sin dejar de mirar a la camarera y aspira el vapor que sale de la taza de café) ¡Ummm! ¡Este café, es lo que más extraño en el infierno!… (vuelve a mirar a la camarera y continúa) Nadie mejor que ella. Por eso fue contratada. Tenía su propia sucursal. Hacía su trabajo tal como debía de hacerse, con efectividad y en silencio. Cancelar contratos de vida no es tarea fácil, tú lo sabes. Hay que ser muy frío, o aparentarlo al menos para realizarlo. Pero conforme a la Agenda, su agencia cerró puertas y se dedicó a esta labor más tranquila, mientras espera El Fin de los Tiempos.
CAÍN. Ya veo por qué la gente no se ha muerto.
DIABLO. Es que todos los que quedan, que aún son bastantes y perversos, tienen que sufrir la espera.
CAÍN. ¿Sufrir? Si el Mundo es una orgía.
DIABLO. (Nervioso y tartamudeando) Pues se nos salió de las manos... Pero en fin... (Buscando en su maletín)
CAÍN. Bien dijo Dalí (cuya imagen está a la vista en el escenario sin que los personajes sean conscientes de esa daguerrotípica presencia): “No busques la perfección, nunca lograrás alcanzarla.”
DIABLO. (Sorprendido) Ah! ¿El que se parecía a mí? (Tocándose la parte superior de los labios aunque no tenga bigotes.)
CAÍN. (Irónico, después de sorber a su taza de café) Tú tienes su imagen y semejanza Sí, claro... Sobre todo por el bigote.
DIABLO. (Presumiendo como niño) Yo le di el tip, por si no lo sabías.
CAÍN. (Irónico y un poco pedante) ¡Seguro! Pero como te decía: Yo siempre he creído que la perfección se halla en el error.
DIABLO. (Inocentón) Pues yo no entiendo mucho de esas cosas, pero suena muy relativo diría Einstein, o muy darwiniano según lo ven los anglos.
CAÍN. En efecto. Y “creo creer” más en esa estúpida teoría que en el mito que se inventaron mis padres. Todos fuimos engendrados.
DIABLO. ¡Tus padres fueron creados!
CAÍN. ¿Apostamos? (Chasquea sus dedos y luego con uno de ellos le apunta al Diablo)
DIABLO. Yo fui testigo de todo.
CAÍN. (Irónico) ¿Y su padrino también?...
DIABLO. (Molestamente sereno) Ni tú mismo te aguantas. Eres muy pesado y arrogante.
CAÍN. Yo no pedí serlo. Pero aquí estoy…Tan sólo soy un producto del error.
DIABLO. Y un horror tal vez... Pero ah cómo nos hemos divertido a costa de ustedes a través de las pantallas allá arriba y abajo.
CAÍN. ¿Qué, se la pasan viendo documentales sobre nuestras vidas?
DIABLO. Algo así. Primero analizamos sus decisiones para ver cuanto pesan en sus actos y así poder elaborar un juicio y su respectivo “Destino Final”. (Entrecomillando con sus dedos)
CAÍN. ¿Tanto nos hemos degradado que ahora allá nos ven como las cifras de un vil reality show?
DIABLO. No, no, no. Eso no. Sino que se trata de recrear su destino y descifrarlo.
CAÍN. Nuestro destino es uno y nada más. (Voltea a ver a la Muerte, con indiferencia)
(Silencio)
DIABLO. ¿Hermosa? ¿No es así?
CAÍN. (Irónico) Si no me muriera, me la tiraría cien mil veces.
DIABLO. (Ríe) Pues cuando todo esto acabe, yo te puedo conseguir una cita con ella. Tiene un carácter muy dulce.
CAÍN. Lo será para la Eternidad. Con los míos se ha mostrado amarga y lacrimosa.
DIABLO. Es cuestión de comprenderla, nada más.
CAÍN. Si no pueden ustedes, menos nosotros. Imposible. (Ríe y enciende un cigarrillo. Se pone a pensar. Silencio) Pero déjame pensarlo… Es que es muy sería, no habla, no dice nada...
DIABLO. Esa es su esencia, su voz es el silencio.
CAÍN. (Moviendo la nariz) Y creo que huele mal... (La mira de nuevo)
DIABLO. No lo percibo. (Voltea a verla)
MUERTE: (La muerte los mira, sonríe y se vuelve para mirarse coqueta en el espejo del fondo.)
CAÍN. ¿Tanto azufre ha atrofiado tus sentidos?
DIABLO. No siempre he estado allá abajo, por si no lo sabías...
CAÍN. (Burlesco) Ya me sé esa historia y en verdad no puedo creérmela. ¿Tú, un Alto Ejecutivo Rebelde?
DIABLO. Me mandaron al cuarto de máquinas. Que porque allí funcionaba mejor…
CAÍN. (Irónico) Se nota... Tanto que por eso se va a acabar el Mundo...
DIABLO. Es parte de La Agenda. Todo ya estaba previsto desde el Principio. A la hora indicada, apagué todas las fuentes de energía y de poder y sólo hace falta que suene el trompetazo. Pero volviendo al asunto que nos incumbe: ¿A dónde irás a parar tú? ¿Qué quieres tú?
CAÍN. A dónde vaya, eso no importa. Soy un ave libre...
DIABLO. (Con sorna y risilla cínica) De rapiña...
CAÍN (Fastidiado) ¡Imbécil! Y si he de desaparecer, me alegro. He errado una eternidad.
DIABLO. Supe que tus padres deseaban verte...
CAÍN. A mí no me importa. Tan sólo estoy aquí para saber si tendré una absolución total. Ya estoy cansado de arrastrar la sombra de mi hermano.
DIABLO. ¿Te pesa tanto tu hermano?
CAÍN. (Pensativo y resuelve fríamente) No. Pero a menudo he pensado en qué hubiera pasado si no lo hubiera matado.
DIABLO. (Tenía que pasar así. Está en La Agenda, sólo que te me adelan...
CAÍN. (Interrumpiendo enojado sin exaltarse pero ceñudo) ¡No me vengas con el mismo cuento! Este peso en la conciencia es lo que me ata aún a este mundo del olvido.
DIABLO. ¿Tan sólo quieres olvidar?
CAÍN. Sin despertar y no haber sido nunca. (Fuma profundamente)
DIABLO. ¿Le temes a la Eternidad?
CAÍN. Es la peor condena... ¿Qué, tú le temes al olvido?
DIABLO. (Carraspea evasivo) Mejor hablemos de otras cosas.
CAÍN. (Arremetiendo) Su problema radica en que no afrontan sus crisis, por eso están en quiebra. (Ríendo) Dime, ¿qué cero les falló?
DIABLO. ¡Más bien fue por un “UNO”!
CAÍN. ¿Un uno cruzado? (irónico)
DIABLO. (Molesto) ¡Déjate de bromas que no entiendes!
CAÍN. (Ríe) Y ahora todo se ha desmoronado. (Con su brazo simula una torre inclinada que cae y se fragmenta)
DIABLO. (Mirando a la mesa y nervioso) Bueno, así funcionan los negocios. Se abren y se cierran puertas... Hasta tiempos mejores...
CAÍN. Es irónico que un Emporio que hablaba de perfección y eternidad ahora se esté viniendo abajo.
DIABLO. (Justificando como si no tuviera otra cosa que decir) Bueno, eso es lo que pasa cuando te pones a jugar con los dados.
CAÍN. ¿Por fin Aquél se dio cuenta que el azar está sobre todo? (Apuntando a la luz que pulsa)
DIABLO. Tu problema es que crees que sabes demasiado. ¡Ya basta! (Golpea pusilánime la mesa casi con voz amarianada. La muchacha no se inmuta)
CAÍN. (Sereno) Y lo sé.
DIABLO. ¡Eres peor que yo!
CAÍN. Y lo soy.
DIABLO. (Desesperado, tembloroso, sudando y en tono conciliador) ¿Me das un cigarrillo?
CAÍN. Toma. Ahí está el fuego. ¿O lo encenderás con el viejo truco del dedo de fuego?
DIABLO. (Molesto) ¡Idiota! (Fuma, un poco desatinado, hecha el humo sin dirección) ¿Qué horas son?
CAÍN. Tú deberías de saberlo. Pero hace minutos que dejó de correr el tiempo (lo dice entre comillas con los dedos).
DIABLO. Ah tienes razón, (buscando en sus papeles) por eso la cita se acordó a las nueve, porque todos perderíamos la noción del tiempo.
CAÍN. (Irónico) ¿La creación es un limbo ahora?
DIABLO. ¿La Creación que tú niegas? En eso se convierte.
CAÍN. Pues ahí nos quedaremos. ¡Mas... Yo sólo quiero olvidar!
DIABLO. ¿Crees que el olvido anule la Eternidad? Te equivocas mi amigo. Lo que pasa es que todo lo mides desde tu pequeña conciencia. ¿Nunca has salido de ti? ¿Nunca te has puesto en los zapatos de otro? (Irónico y gesticulando) ¡Ah! Ya recuerdo. Eres un asesino, tú no comprendes razones, tú anulas…
CAÍN. Sí, y por eso tengo que ocultarme, pero ¿de quién? ¡La Muerte aquí está enfrente! ¿Quién alzará su brazo contra mí? ¿De qué o de quién estoy huyendo?
DIABLO. En mi opinión ya no tienes que esconderte más por sembrar ese hueco.
CAÍN. Es lo que espero... “a no tener que”... quizás... Más mi maldad fue tan grande que perdón no puedo esperar... Y sin embargo, tengo esperanzas...
DIABLO. Eso ya lo dijiste hace mucho, mucho tiempo. Leí tu expediente. (En tono nostálgico) Vaya, cuando el Gran Señor lo podía todo…
CAÍN. Porque éramos pocos.
DIABLO. Sabes, eres una gran contradicción. Y ahora que analizo, tú ocasionaste esta crisis.
CAÍN. Culpa de todo otra vez y de los errores del Absoluto.
DIABLO. Pues tú eres la gran paradoja, la contradicción del Absoluto... En ti dudó la Justicia...
CAÍN. ¡Hipócrita Justicia!
DIABLO. ¿Qué pretendías? No me digas, ¿quisiste ponerla a prueba? (Sarcástico)
CAÍN. (Viendo hacia el fondo, hacia donde está la Muerte) En realidad quería verlo venir a castigarme personalmente. ¿Tú crees que soy tan estúpido como me señalan en el documento oficial como para no saberme que era observado? ¡Por favor!
DIABLO. Sin embargo es el documento que te absuelve.
CAÍN. ¡Y me condena! El Jefe está en todos lados que ni siquiera se deja pensar. Por eso maté a mi hermano, retando la mirada del de Arriba y pensando en cómo sería Su forma cuando viniera a castigarme. Quería enfrentarlas.
DIABLO. Recuerda que pensar en Él es desobedecerlo... (Cómo agente lambiscón)
CAÍN. ¿Desde cuándo eres tan obediente tú? ¿Qué no eras el Rebelde, el Igualado?...
DIABLO. Preferiría no hablar de eso...
CAÍN. ¿Le temes realmente a quién ni siquiera sabe como mostrarse?
DIABLO. Estás siendo muy insolente. Deberías de mostrar temor también...
CAÍN. ¿Qué más puedo esperar, a qué más puedo temerle después de todo esto? Vivo estaré si “no” la Eternidad me castiga. Mas olvidaré, aunque sea, un poco en los sueños. Aquél me niega el olvido porque sabe que pesa tanto.
DIABLO. ¿Crees que serás el último ser humano sobre la Tierra?
CAÍN. ¿Un inmortal? No puedo esperar peor condena que enfrentarme a mi soledad.
DIABLO. Si te arrepintieras, su luz podría cegar tu memoria para siempre...
CAÍN. Para mí Él es tan sólo una lejana estrella que se apaga tiritando en la nada fría.
(La luz del techo se contrae y hay un silencio de cinco segundos)
CAÍN. (Resuelve) Profunda distancia hay.
DIABLO. ¿Tú qué entiendes del Abismo?
CAÍN. Me estás presumiendo que lo conoces a la perfección porque te caíste ebrio a ese pozo por diez días (Se carcajea.) Nada. Yo sólo los causo.
DIABLO. ¡No estaba ebrio...! ¡Y precisamente: Nada! ¡Déjate de medir ausencias!
CAÍN. ¿De medir la Eternidad? Mírame, estoy atado a ella, (Señala el fetiche) he ahí “mi marca.”
DIABLO (Lo mira a la frente acercándose hacia él) Mas no puedes matar la Eternidad, ¿sabías?
CAÍN. Más sí olvidarme de que existe. La Eternidad está cifrada en la Muerte que la parió.
MUERTE: (Voltea hacia la mesa. Va y se acerca cambia de cenicero sin despegarle la mirada a Caín)
(Silencio)
DIABLO. ¿Todo lo puedes tú? ¿Quién te contiene?
CAÍN. Yo precipito ídolos al vacío y una oquedad es la que me contiene. La Eternidad me sabe a insomnio… Morir es lo que no puedo…
DIABLO. Tan sólo labras la Nada, la tierra que pisas es maldita en tu presencia...
CAÍN. Y por eso me convertí en depredador a partir de mi fracaso. El labrador, ya lo ha demostrado la historia, nunca ha sido bien visto ante los ojos del poderoso, ni siquiera ante los ojos de Dios. ¡Mírame ahora encadenado a mi furia! (Señalando con el dedo y luego abriendo la palma de su mano que empuña violentamente luego de acercarla a su propio rostro)
DIABLO. ¿Más prefirió al cuidador de rebaños?
CAÍN. Por ser el más manso entre los mansos. Tonto lambiscón. Por eso lo encajé en los colmillos de la tierra.
DIABLO. Cuando me enteré de tu acto estuve a punto de renunciar. Gracias a ti pude haber perdido mi razón de ser.
CAÍN. ¿Vas con lo mismo, otra vez a lloriquear? ¡Tú razón de ser es arrastrarte! ¡Ya deja de quejarte! ¿Tú nos regalaste la Muerte, no? Pues fue justo lo que hice, te la devolví.
DIABLO. La encarnaste en tu hermano, que es diferente.
MUERTE. (La MUERTE voltea hacia la mesa y se oculta. Luego sale a escena otra vez, seria y despreocupada, con un paso silente y mortesino lleno de coqueta agilidad.)
DIABLO. (Reafirmándose) Pero todo estaba planeado. ¿Qué pudo salir mal?
CAÍN. Su confianza en la Eternidad... ¿Nunca se han puesto a pensar que tan sólo es una máscara? El Gran Jefe es un hipócrita, disimula siempre algo. ¿Cree que en su silencio se revela? Por eso yo a mis hijos los enseñé a crearse ídolos. Y helos aquí, en mi fundación.
DIABLO. ¡Y vaya que cuántos dioses de muerte hanse construido! Ustedes son unos enajenados.
CAÍN. Lo suficiente como para precipitarlos al vacío cuando ya no funcionen.
DIABLO. Ustedes los hombres necesitan creer en mentiras para vivir tranquilos.
CAÍN. Y las creamos, también. Y al menos yo creo que ya ha nacido quien habrá de tomar mi vida.
DIABLO. ¿Y repetir el ciclo?
CAÍN. Más vale ser ejecutado que darse uno mismo la Muerte.
DIABLO. ¿Ya lo intentaste?
CAÍN. Pude intentarlo pero no me llevaría a nada.
DIABLO. No serías nada. ¿No es lo que deseas?
CAÍN. No así. “Tan sólo soy el último testigo de mi cuerpo.”
DIABLO. Crees muy bien en tus mentiras.
CAÍN. Y las sé llevar a cabo. Así como tú crees que la vida es la Eternidad y el Infinito.
DIABLO. ¿Tú qué sabes de Infinito?
CAÍN. Que la vida es simplemente un vil engaño de la Muerte.
MUERTE. (Sonríe mientras lava unos vasos, sin mirarlos)
DIABLO. No me vengas con esa trilladez de que la vida es sueño.
CAÍN. Es una ilusión. Es esta conciencia, ¡Este dolor de ser contenido entre estas vísceras!
DIABLO. (Sudando) ¡Vaya que necesitas un descanso!
CAÍN. ¿Por fin lo comprendes? (Sarcástico)
(Silencio La conversación se detiene. Caín enciende un cigarrillo.)
DIABLO. Se acaba el tiempo… ¿Más café?
CAÍN. (Duda) ¿Qué, una taza más y nos vamos? Después de todo puedo esperar hasta el final.
(Caín alza el brazo y la camarera se acerca sonriente, dulce y serena. Sirve más café en cada una de las tazas y se aleja hacia el fondo.)
DIABLO. ¿Puedo tomar un cigarrillo?
CAÍN. No me pidas permiso. Eres el Diablo, róbate uno… En fin, en esta mesa somos iguales.
DIABLO. ¿Qué horas serán?
CAÍN. No me preguntes a mí que estoy ebrio de eternidad.
DIABLO. Ningún hombre la resistiría. Se volvería loco.
CAÍN. En efecto, no cualquiera podría sobrellevarla.
DIABLO. ¿A qué horas suena la última trompeta? (Revisando papeles del maletín)
CAÍN. No tengo idea. (Suerbe café y luego lleva el cigarro a su boca y fuma mirando hacia el techo)
DIABLO. (Mirando a la Muerte) Entonces qué, ¿quieres una cita amorosa con ella?
CAÍN. Si me jura llevarme al olvido para siempre, sí. No quiero morir y resucitar continuamente, simplemente vivir una muerte en seco y morir, sin engaños cual cerro desplomado o como cualquier hombre y no despertar para siempre en un sueño eterno de nada existencial.
DIABLO. Lo podríamos arreglar. ¡Pero vaya que es fantástico gozar de la Muerte! Yo no puedo, pero tú, sí.
CAÍN. No me vengas con metáforas. Yo la gocé desde la muerte de mi hermano, pero quién la probó fue él. A mí me fue vedada. No ha nacido quién me mate.
DIABLO. Sabes que el único que podría hacerlo es tu hermano.
CAÍN. Pero ya no existe más que en la fantoche conciencia que arrastro. (Apuntando al fetiche)
DIABLO. Todo iba saliendo tan bien. (Revisando hojas) Te odié milenios y milenios. ¿Cuál fue el error?
CAÍN. Te conformaste en creer tan sólo que mi madre había parido la Muerte en mí. Sí. Ella, la Muerte es mi hermana, mi otro opuesto. Nací pendiendo de ella y la engendré en Abel.
DIABLO. No me recuerdes que me punza…
CAÍN. Y tú te quedaste atorado, mudo en medio del escándalo.
DIABLO. Según la Agenda nadie hubiera podido imaginarlo…
CAÍN. Eso les mostró que de nosotros se podía esperar cualquier cosa.
DIABLO. Y no lo niego. Como cuando aquel filósofo sifilítico atentó contra el Gran Jefe… (Refiriéndose a Nietzche que está en otro cuadro al cual el personaje es incosciente)
CAÍN. ¿Y por miedo, Aquél se mudó abdicando a la Nada?
DIABLO. No. Simplemente nos cambiamos de locación.
CAÍN. Toda resguardado e inaccesible.
DIABLO. Tomamos precauciones. No podíamos otorgarles el control del Universo a ustedes.
CAÍN. Tienes razón, no podríamos abarcarlo todo.
DIABLO. (Mira al techo) Ya es tarde.
CAÍN. Y que no llega.
DIABLO. Siempre tan atenido el Jefe. Y yo ya tengo que irme, aún tengo unos pendientes que saldar.
CAÍN. ¿Tan pronto?
DIABLO. Hay que estar en vigilia para el trompetazo.
CAÍN. ¿En vigilia tú? (Irónico) ¡Oye! ¿Y qué será de mi caso, de mi operación que se hará? ¿Qué sucederá conmigo?
DIABLO (Guardando los documentos en su maletín) Podrías esperar una Eternidad más.
CAÍN. ¡No! No podría soportarlo!
DIABLO. ¿Oye, podrías pagar mis dos tazas de café...? Qué vergüenza pero es que, aún sigo esperando mi liquidación. (Rascándose el cuello o la cabeza)
CAÍN. Me debes una. (sacando unos billetes y advirtiéndole)
DIABLO. Y te lo pagaré con creces. (Giñándole el ojo a Caín)
CAÍN. Mas por favor ni con vales ni con bonos de Eternidad. Estoy cansado de esa mierda.
DIABLO. (Ríe) No podría estar en tus zapatos.
CAÍN. Dime antes... ¿Sabes quién será quien me liquide?
DIABLO. Nuestro sistema de logística fue el primero en quebrar desde que todo se volvió relativo.
CAÍN. (Pide la cuenta, se acerca la muchacha, lleva la cuenta y se retira) Vaya este mundo que va...
DIABLO. Y se va...
(Silencio)
CAÍN. Y no vino. (Mirando al techo)
DIABLO. Definitivamente. (Mirando al techo)
CAÍN. Debe estar hecho un loco peor que un Minotauro que olvidó que está en el centro de su propio laberinto.
DIABLO. Sentado en un banquillo, por supuesto... (Irónico)
CAÍN. Esperando...
DIABLO. El Gran Jefe nunca espera... Él todo lo sabe, ya todo está hecho.
CAÍN. Esperando estoy una absolución. (Corrige Caín)
DIABLO. No la tendrás. (y con sorna añade:) Y Judas ya la obtuvo... ¿No te da coraje? ya que tú tienes antigüedad con tu caso... Y eso que él cometió un pecado de considerable magnitud y muchísimo tiempo después de ti.
CAÍN. Debe haber alguna manera... (Pone el dinero en la charolita mientras cavila)
DIABLO. La única es que tu hermano venganza tomare en ti. (Sarcástico)
CAÍN. (Pensativo)
(Silencio)
CAÍN. (Abstraído. Guarda silencio un instante para gritar sorpresivamente) ¡Sí! ¡Todo ha sido tan fácil! He resuelto el Enigma.
DIABLO. ¿Cuál enigma?
CAÍN. ¡De mi muerte!... Por fin voy a experimentarla en mí mismo.
DIABLO. ¿Qué, aceptarás la cita con ella?
CAÍN. No. Simplemente tomaré el lugar de mi hermano.
DIABLO. (Decepcionado) ¿Crees que con llenar un simple hueco mereces una absolución?
CAÍN. Todo hombre merece una absolución.
DIABLO. No tú. Ya has sido juzgado y castigado. Y tu progenie al fin perecerá.
CAÍN. ¿Y que me lleve el diablo a mí?
DIABLO. Mas respeto… Simplemente ya no necesitas estar bajo mi jurisdicción. Tan sólo he sido tu asesor, recuerda… Tendrás que esperar a que todo acabe.
CAÍN. ¿Pues qué esto nunca terminará?
La muerte se acerca y recoge la cuenta. Caín se incorpora. El Diablo, despeinado y torpe, recoge su maletín beige.
DIABLO. Tienes que ser paciente.
CAÍN. ¿Tanto cuesta olvidar?
DIABLO. (Sonríe mansamente) Cuesta una Eternidad.
CAÍN. Eso es algo que nunca comprenderé en mi errancia.
DIABLO. Definitivamente. Bueno, lo siento. Otro día será.
CAÍN. ¿En algún otro Fin de los Días? (Sarcástico)
DIABLO. (carraspea y corrige) ... de los Tiempos... Sí.
De pronto, la luz que palpita cesa y suena un cañonazo estruendoso. El Diablo y Caín alzan la cabeza y tratan de adivinar el origen del sonido que aún se prolonga sin terminar. El ruido se suspende en un solo nivel, pero no cesa. La única que no se inmutó fue la muchacha. A partir de ahí hablan como gritando, simulando que no se oye.
CAÍN. ¿Qué está pasando?
DIABLO. ¡El ruido es inmenso y prolongado, aún no suena el eco!
CAÍN. ¿Esa era la señal?
DIABLO. ¡No estaba previsto. El Libreto especificaba que sería un trompetazo!
CAÍN. ¡Pero eso fue un cañonazo!
El ruido deja de sonar y se aleja. Suena un teléfono celular
DIABLO. (Contesta el teléfono) ¿Qué?... ¿Se suicidó?... ¿Y la Eternidad?... Bueno… ¿A qué horas? ¿Inmediatamente? ¡Voy! (Cuelga la llamada y se guarda el teléfono)… ¡Se suicidó el jefe!
CAÍN. ¿Qué, se suicidó el Jefe?
DIABLO. Me acaban de avisar.
CAÍN. ¿Entonces, por fin soy libre?
DIABLO. (Carraspeando cínicamente) No. Es cambio de administración, tenemos que evaluar todo desde el principio de los hechos. Desde la creación de tus padres.
CAÍN. ¿Qué?
DIABLO. Yo estaré a cargo de todo esto de ahora en adelante. Después de la Muerte, yo soy el socio mayoritario y el decano entre los empleados, ¿recuerdas? De hecho pensaré en recontratarla como mi mano derecha. Esta vez todo tiene que salir bien.
CAÍN. ¡Es increíble! ¡He esperado tanto! (Molesto y decepcionado mas luego reflexiona…) Oye, me debes un favor, ¿recuerdas? Libérame.
DIABLO. No puedo hacerlo. Ya no soy el Diablo. Ahora soy el Jefe. No puedo conceder favores. Son las reglas del juego. Dios no hace pactos.
CAÍN. (Molesto y sorprendido) (…) ¡Por favor!... ¡Vaya! No puede confiarse uno de ustedes.
DIABLO. Definitivamente. Ahora, si me disculpas, tengo un emporio que digerir... perdón, (carraspea) dirigir. (Se pone una máscara que simboliza ausencia.)
CAÍN. ¿Tú? ¿Hipócrita también? ¿Ya vas a transformarte?
DIABLO. Todo cambia. Disculpa. Digo, no tengo porque disculparme... Perdón pero, tengo que irme a la oficina central a poner todo en orden y firmar para que recojan el abstracto cadáver.
CAÍN. (En pánico) Todo empieza de nuevo. ¡Todo empieza de nuevo! ¿Y yo? ¿Qué será de mí? ¡Qué fastidio!
DIABLO. Gracias por el café y los cigarrillos...
CAÍN. (Resignado y tratando de sobreponerse) Está bien, concédeme una pregunta.
DIABLO. ¿Una sola? (Mirando su reloj de mano) Bien. Pero apúrate que tengo prisa.
CAÍN. Dime... ¿Cuántos jefes antes se han suicidado cada vez que esto se ve que va a la ruina?
DIABLO. Demasiada información. Además enloquecerías si supieras la numerología. (Ríe burlesco) Mejor pregúntame otra cosa que yo pueda (carraspea) digo, que yo quiera responderte… (Serio)
CAÍN. Y sí. Vaya que sí… Bien, dime, ¿Ahora quién será el Diablo?
DIABLO. Pues no tú eh, (ríe con sorna y se mofa de Caín) mas quizás podrías votar por él… Pues me voy. Pronto te asignaré un Fiscal.
CAÍN. ¡No! Déjame solo y soportarme.
DIABLO. (Chasquea su dedo derecho) Borrón y cuenta nueva. Bueno... Como guste. (Cambia su voz y se desvanece debajo de un manto de sábanas negras) ¡Adiós y Buena suerte! (Lo santigua)
CAÍN. ¿Suerte? (…) ¡Qué cínico!(Enciende un cigarrillo, se agacha con dificultad y toma su maletín. Y arrastra con más peso la sombra encadenada)
MUERTE: (La MUERTE observa a Caín y sale tras de él con el mutis sonriente aunque silente.)
CAÍN. (Sale arrastrando apesadumbrado y enfurecido el peso de su marca. Tropieza una vez y cae, mas pronto y con dificultad se incorpora. Se va en silencio. Suenan con fuerza las cadenas que arrastra.)
Todo quédase en silencio
*****************(Pasa un instante sin nadie en el escenario y cae el telón)****************
Por:
Jorge Alejandro Partida Crespo
Universidad de Guadalajara
Licenciatura en Letras Hispánicas
Composición Dramática
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