Fado en proyecto
Tan sólo es el reflejo de una tristeza que se olvida en la lengua como la sal, un viento de sal que se asienta en la orilla de una lejana playa, en un lontano mar. Sólo me queda el tacto como a las ballenas, vibro y canto el silencio a cada instante, no digo nada, sólo tiemblo, varado en la arena apuntando con mi nariz chata no sé aún que infinito (como si el infinito tuviera más de un nombre).
Es una especie de destino. Fado, fatum. Hado. Un tono de desengaño inaudible que estremece cada célula de esta tela que contiene a mi alma, o a mi espíritu, esta conciencia finita que sabe como eternizar instantes como lacas marinas.
Hay un murmullo adentro que se desvanece. Es la playa donde terminan mis adentros, el límite de mis posibilidades, de mis viscisitudes.
Es una especie de destino. Fado, fatum. Hado. Un tono de desengaño inaudible que estremece cada célula de esta tela que contiene a mi alma, o a mi espíritu, esta conciencia finita que sabe como eternizar instantes como lacas marinas.
Hay un murmullo adentro que se desvanece. Es la playa donde terminan mis adentros, el límite de mis posibilidades, de mis viscisitudes.
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